Me voy a poner literario y voy a plagiarle vilmente el título a este muchacho que tan bien me cayó siempre, Bruce Chatwin, un tipo que se ganó la vida viajando (viajando de verdad, no como yo) y luego contándonos sus experiencias en libros tan interesantes como este mismo, En la Patagonia o El virrey de Ouidah. Mi destino no es nada exótico y mi estilo escribiendo es, claro está, infinitamente menos depurado por decirlo suavemente). Eso sí, me he venido a la patria de Chatwin, a Londres. La descabellada intención de mejorar mi inglés es el motivo que me ha traído aquí junto otros cuatro compañeros de mi Instituto de Enseñanza Secundaria.
Pero las clases y la tarea dejan algo de tiempo libre y, entonces, es cuando me zambullo en Londres y me dedico a andar, y a andar y a seguir andando y eso que mi tarjeta Oyster para el transporte está a punto de derretirse, pero ni aun así dejo de andar.
Las caminatas son necesarias si uno quiere aprehender cuanto más mejor de la vida en esta ciudad tan vibrante. El metro te priva de ver muchísimas cosas, así que es necesario compensar con esos buenos paseos. Pero es con una caminata con lo que empiezo el día antes de mis clases: Aldenham Street, Eversholt Street, Euston Square, Euston Road, Upper Woburn, Tavistock Square, Woburn Place, Russell Square hasta el 155 de Southampton Row. Mi camino a diario, más o menos, unos 15 minutos que suelen convertirse en 20 por la obligada parada diaria en Café Nero para comprar el café del desayuno.
La clase
La academia es estupenda. Francamente, si he de recomendarle a alguien que quiera estudiar inglés en Londres le diría que lo haga en St Giles. La organización, las instalaciones, el emplazamiento y, sobre todo, el profesorado y el personal en general es magnífico.
Los primeros días mi clase estaba formada, mayoritariamente, por japoneses hasta cinco ha habido dentro del grupo, a los que añadir una taiwanesa, un coreano del sur, una turca, un suizo de origen iraní, una brasileña, una chilena, un serbio, un colombiano y, claro, un servidor. Nunca más de doce personas. No obstante, los grupos son cambiantes, se van compañeros, llegan otros, no todos estamos allí para la misma cantidad de semanas.
El progreso en estas dos semanas creo que ha sido bastante evidente. El pasado martes me vi obligado a hablar delante de mi clase durante unos quince minutos, sin interrupción, sin dudar y, según Simon, mi profe, lo hice bastante bien. Espero dar la talla el próximo día 1 en el speaking para obtener el C1.
Como todas las academias de inglés en el Reíno Unido, St Giles cuenta con un amplio programa de actividades culturales y excursiones, del cual no puedo decir mucho porque, por elección propia me he mantenido algo al margen, ya que prefería ver todos esos sitios que tantas ganas tenía de ver y ha sido esta segunda semana cuando, por fin me he decidido a participar en alguna actividad social: el afternoon tea.
Sin embargo, haber renunciado a las actividades sociales me ha permitido hacer y ver todo esto:
Y eso sólo fue la primera semana. Hasta ahora, esta semana he podido hacer todo esto
Y aún me queda hablar de Camden, el barrio más cercano a mi residencia y, quizás, uno de los más característicos de esta ciudad. Queda también cerrar el post sobre Greenwich… pero, eso será otro día. A descansar, que mañana hay clase