Quinto día
Mi visita hoy es al gymnasium LBS Stockholm Sodra, campus de Sodermalm, también solo de Bachillerato. Este centro es privado y no tiene todos los bachilleratos, sino solo de Artes y de Tecnología. Los de Tecnología se especializan en cuatro diferentes modalidades, todas ellas relacionadas con la informática..
En Suecia, son los directores de los centros los que contratan a los profesores, tanto en los centros públicos como privados. Me contaron que cobran un poco menos en los centros privados, y que este sueldo suele rondar el doble de lo que, de media, cobramos aquí. El coste de la vida también es más caro. Por lo visto el estado ha hecho un gran esfuerzo en los últimos años para dignificar los sueldos, que hace unos 10 ó 15 años estaban mucho más bajos.
El hecho de que sea privado no quiere decir que los alumnos tengan que pagar por estudiar allí: como ya expliqué el primer día, el estado da una cantidad de dinero por alumno matriculado, el mismo para centros privados o públicos. Aquí llama más la atención que los alumnos no paguen tampoco materiales, porque vemos la variedad y el coste de los que utilizan, tanto en Arte como en material informático. Por lo visto es un centro puntero en muchos aspectos y el director ha sido galardonado por su buena gestión. La empresa propietaria gestiona otros 500 institutos en toda Suecia. Como tienen buenas instalaciones, pero sin posibilidad por ahora de ampliación, no pueden admitir demasiados alumnos, y al basarse los criterios de admisión exclusivamente en criterios de expediente académico, los alumnos son cada vez mejores. Esto hace que su fama vaya siendo mayor cada vez y que sea un centro muy demandado por alumnos y profesores. De la misma forma, hubo 450 solicitudes de profesores para la última plaza que sacaron. Los alumnos están muy contentos: uno de ellos me contaba que tardaba dos horas en llegar desde su casa, pero que merecía absolutamente la pena por la educación que allí recibía.
Esto no impide que cuando el director nos estaba dando una charla explicando la gestión del centro, una alumna de las que nos acompañaban en la visita estuviera haciendo una trenza en el pelo a otra en la primera fila y ni el profesor que estaba presente ni el director se inmutaran. Impensable desde mi punto de vista.
Me llamó la atención que tiene una sala, Vilorum la llaman, con una cama por si alguien la necesita (si un alumno está cansado, o se encuentra agobiado por el ruido (que no hay), o lo necesita por cualquier razón). Pueden usarla siempre que quieran a lo largo de la jornada escolar. También que cada alumno dispone de un código electrónico, como en el otro, que les permite acceder al empezar la jornada por unos «tornos», como los de las entradas en el metro. Aunque ellos pueden entrar y salir, no permiten la entrada a las personas que carecen del código.
Esa tarde hacemos grupos con otros profesores de distintas nacionalidades y nos reunimos para elaborar un documento que presentaremos el último día con nuestras impresiones y experiencias de lo que estamos viendo.





