Hoy no voy a hablar de mi curso, apenas hemos tenido tiempo de «clase»: nuestro Wrap Up diario y poco más. Un par de horas dedicadas a la construcción de Escape rooms digitales básicos usando Google Slides y Google Forms. Los compañeros se han ido en masa en una excursión a Florencia, yo he pasado, prefería ver el Compianto y escaparme a Ravenna.
Hoy, al ir llegando a la Estación Central de Bolonia he recordado algo fundamental, algo que, como historiador especializado en Contemporánea, no debería haber olvidado: la masacre de la Estación Central de Bolonia del 2 de agosto de 1980.
El peor atentado terrorista en la historia reciente de Italia que, a día de hoy, 41 años después continua sin resolverse y sin conocer toda la verdad.
A las 10:25 del 2 de agosto de 1980, una bomba de relojería escondida en una maleta desatendida detonó en una sala de espera con aire acondicionado llena de personas que buscando alivio del calor de agosto. La explosión derrumbó el techo de dicha sala, destruyó la mayor parte del edificio principal y alcanzó al tren Ancona-Chiasso que esperaba en el primer andén.
La estación estaba llena de turistas ese sábado, y la ciudad no estaba preparada para un desastre de esa magnitud. Muchos transeúntes y viajeros prestaron primeros auxilios a las víctimas y ayudaron a rescatar a las personas enterradas bajo los escombros.
Debido al gran número de víctimas y al insuficiente número de vehículos de emergencia disponibles para transportar a los heridos a los hospitales, los bomberos utilizaron autobuses, coches privados y taxis. Algunos médicos y personal de los hospitales regresaron antes de tiempo de sus vacaciones para atender a las víctimas, y los departamentos de los hospitales que estaban cerrados por las vacaciones de verano se reabrieron para acoger a los heridos.
Tras el atentado, se celebraron grandes manifestaciones en la Piazza Maggiore . Se criticó duramente a los representantes del gobierno que asistieron a los funerales de las víctimas del 6 de agosto en la Basílica de San Petronio. Los únicos aplausos se reservaron para el presidente Sandro Pertini, que llegó en helicóptero a Bolonia a las 17:30 horas del día de la masacre y dijo entre lágrimas: «No tengo palabras; estamos ante la empresa más criminal que ha tenido lugar en Italia»
En 1981, tras un año de investigaciones inconclusas, las familias de las 85 personas muertas y las 200 heridas por la bomba de la estación decidieron unirse para exigir verdad y justicia. Personas corrientes de toda Italia crearon la primera asociación de familiares de víctimas, una experiencia que iba a abrir el camino a otras asociaciones similares en todo el país. Fue una extraordinaria batalla de compromiso cívico y despertar social que, después de 40 años, sigue siendo de actualidad y aún no ha completado su tarea: arrojar toda la luz sobre la masacre más sangrienta en tiempos de paz en Italia.
Recordé el atentado al ver una pancarta colocada en la Piazza Nettuno que recordaba esta iniciativa de la imagen de arriba ; iba camino a Santa Maria della Vita a ver, por fin, el Compianto de Nicolò dell’Arca
Este maravilloso conjunto escultórico compuesto por Nicolò dell’Arca entre 1463 y 1490, me dio mucho que pensar y no pude evitar relacionar la escena del lamento por el Cristo muerto con el lamento de decenas de padres, madres, hijos y toda clase de familiares y amigos por los asesinados en aquella trágica maña de 41 años atrás, a algunos centenares de metros de donde se exponen estas esculturas.
Desde la Estación Central un regional rápido me iba a llevar a ver otra de esas joyas que llevo toda mi vida de historiador y, antes, de estudiante de historia queriendo ver por mis propios ojos de cerca: los mosaicos bizantinos de San Vital en Ravenna.
Un día largo, bastante largo, pero con una maravillosa recompensa