Visitar un museo puede ser (como casi todo en la vida) una experiencia altamente gratificante o la peor de las pesadillas. La visita de esta tarde no ha llegado a la cota de pesadilla pero sí a la de sueño inquietante cuando menos.
Conocía este museo de una visita con mi familia seis años atrás. En aquella ocasión hubo oportunidad de ver salas en completa soledad casi, recuerdo cómo mi hijo y yo pudimos ver los frisos del Partenón sin más compañía que la del vigilante de la sala. En cambio, otros objetos fetiche, como la Piedra Rosetta, eran casi imposible de ver debido a la aglomeración de gente delante de los mismos.

¿Harry Potter o el British? Gana Rowling por goleada (doy fe, el libro era de Harry Potter)
Hoy he vuelto a visitarlo, por fin pude entrar después de soportar una cola razonable. y, cosa curiosa, se invirtió la situación de la vez anterior. Inaguantable la sala de los frisos del Partenón y soportable, en parte, la Piedra Rosetta. Dediqué mi mayor atención, como casi siempre, al arte babilonio y asirio y después me dediqué a observar a la gente y a pensar en la forma en la que contemplamos lo expuesto en los museos.




- «¿Dónde está la brujita?¿Dónde?»


El que dice que lo va a encontrar pronto y tiene a sus acompañantes esperando


Sin embargo, no puedes irte de Londres sin visitar el British, pero eso sí, elige bien qué quieres ver. Este museo puede llegar a ser realmente inabarcable.