Vuelvo a Roma para mi movilidad KA1, el curso Cultural heritage and storytelling, esto supone volver a la ciudad en la que he pasado casi un mes en los últimos 15 meses. Roma no me es desconocida, sin embargo, esta es la primera vez en la que nadie (ni familia, ni alumnos, ni siquiera compañeros) me acompaña.
Prati es el barrio (rione) en el que pasé mis vacaciones familiares este verano y es, de nuevo, el barrio en el que paso estos días, tanto mi centro de formación como mi alojamiento están en este barrio que rodea al Vaticano. Una trama urbana propia de la época umbertina, calles y avenidas rectas que se cruzan en torno a la gran curva que dibuja el Tíber camino del Trastévere

Llegué de noche, en realidad eran las 19:30, pero Roma está unos 1900 kilómetros más al Este que la Bahía de Cádiz, lo que implica que el sol ya no esté visible a esa hora aquí (una demostración práctica de por qué España está en el huso horario erróneo).
Leonardo express hasta Termini y metro línea A hasta Ottaviano; soltar las maletas y salir a dar una vuelta por escenarios que conozco bien y, sobre todo, cenar algo. Pizza y caminata.
Vaticano de noche, personalmente la basílica me impresiona mucho más cuando la veo a estas horas. Me retrotrae a la serie The young Pope y su magnífica fotografía. El paseo, casi solitario me sirvió para percatarme de la gran cantidad de sintechos que duermen en el entorno de la Santa Sede, los soportales en la Via della Conciliazione, cualquier abrigo en el entorno del Borgo Pío, una arco, cualquier espacio que pueda servir de refugio alberga uno o varios sintecho a estas horas, sacos de dormir, plásticos, mochilas e incluso sombrillas y paraguas abiertos forman parte de la decoración precaria de estos olvidados de nuestra sociedad.
Difícilmente puedo borrar de mi cabeza una escena que viví este verano. Una de estas personas, una mujer forraba sus pies con cartón y un rollo de precinto plástico, formando lo que podía recordar a algunos unos enormes zapatones de payaso o le que a mí recordó: los zuecos de esparto que tejían los soldados alemanes para resistir el brutal invierno ruso.
El cansancio de varias horas de viaje forzó mi retirada antes de las once de la noche. Muchas visiones de roma de noche quedaron sin pudiese descubrirlas en mi primera caminata solitaria por esta ciudad. Me quedan aun cinco más, tiempo de sobra para poder verlas.
Reblogueó esto en Funes el memoriosoy comentado:
Mi primera noche en Roma
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