La Inteligencia Artificial como aliada en la educación
Durante la segunda semana de Julio de 2025 tuve la oportunidad de asistir en Ámsterdam al curso «AI-Enhanced Learning Experiences: The Future of Education» , impartido por la profesora Maryam Farahmand. La experiencia ha sido profundamente enriquecedora y volví con una visión ampliada y, sobre todo, esperanzada sobre las posibilidades que la Inteligencia Artificial (IA) ofrece a nuestra profesión.
El curso no se limitó a ser un catálogo de herramientas de uso didáctico -aunque exploramos cerca de la treintena- sino que nos invitó a adoptar una mentalidad de crecimiento profesional frente a la revolución tecnológica a la que estamos asistiendo. Comprendimos que la IA ya no es el futuro, sino un presente que redefine la forma en que creamos contenido, evaluamos al alumnado y nos comunicamos con una realidad sin vuelta atrás.
Herramientas para transformar el aula
Antes que nada, y como precaución esencial al utilizar las herramientas sobre las que fuimos a aprender, nuestra instructora nos insistió mucho en la necesidad de separación de nuestra cuenta de correo electrónico (tanto laboral como personal). Primer paso: creemos una cuenta de email sólo para nuestra interacción con las diversas herramientas de IA. Así nos aseguramos que no habrá ningún volcado accidental de datos personales, ninguna filtración de información personal o profesional ni nuestra ni de nuestros estudiantes a la hora de registrarnos en las diversas plataformas. Precaución ante todo.
Si tuviera que destacar alguna de las múltiples herramientas exploradas, ésta sería Magic School. Dicha plataforma nos impresionó por su enorme potencial, ofreciendo 100 millones de posibles actividades que implementar en nuestras aulas. Un ejemplo práctico: cómo generar preguntas a partir de la transcripción de un vídeo de YouTube, facilitando enormemente la creación de recursos didácticos. En esta misma línea, herramientas como Diffit también demostraron ser de gran utilidad, permitiendo crear y modificar los formatos de las fichas de trabajo de uso cotidiano y con mucha facilidad.
Pero la IA va mucho más allá de la generación de contenido. Exploramos cómo usarla para fomentar la interacción, desde lluvias de ideas con Menti.com hasta la configuración de chatbots educativos personalizados con SchoolAI.com, donde los alumnos pueden interactuar directamente con la IA. Las posibilidades para el aula incluyen la creación de juegos interactivos o la dinamización de debates.
Un enfoque crítico y humano
Una parte fundamental del curso se centró en el aspecto ético y la necesidad de fomentar el pensamiento crítico. Abordamos los riesgos de las «alucinaciones» de la IA: resultados falsos o sin sentido generados por modelos de IA, como chatbots que inventan información, citas o hechos que no existen. Esto ocurre cuando, al no poder verificar la veracidad, produce lo que considera plausible basándose en patrones de sus datos de entrenamiento, los cuales pueden ser insuficientes o sesgados. Para ser más conscientes en la importancia de verificar la información, aprendimos a usar herramientas como Perplexity, que ayuda a buscar y citar fuentes, o Google Lens para comprobar la veracidad de una imagen que a priori no sabemos su procedencia.

Se hizo hincapié en los retos actuales como la desinformación y los conocidos como deepfakes, y trabajamos con rutinas de pensamiento de Harvard como «See, Think, Wonder» (ver, pensar, preguntarse) para aprender como intentar enseñar a nuestro alumnado a analizar críticamente lo que ven.
Conectando con el mundo adolescente
El curso también nos brindó una ventana al universo digital de nuestros estudiantes. Analizamos el slang o la jerga adolescente, hablamos de fenómenos como los influencers generados por IA y tendencias de TikTok como el #ASMR. La conclusión fue clara: como educadores, debemos permanecer abiertos y tolerantes con el mundo de los adolescentes si pretendemos poder servirles de guía hacia la madurez.
Vuelvo de Ámsterdam con optimismo, y con la convicción de que la IA usada con un propósito pedagógico bajo un marco ético claro, es una herramienta poderosa para crear experiencias de aprendizaje más adaptativas y significativas para nuestro alumnado.









