Viernes 4 agosto
Hace justo 25 años conocí a mi amigo Fergal. Él es una de esas personas que ahora se llaman “persona vitamina”, de las que sólo suman y nunca restan. Además, Fergal es dublinés. Hace 25 años me dijo que el mundo estaba lleno de gente que no estaba en el lugar que deseaban realmente estar. Yo me lo tomé en sentido literal y creí que se refería exclusivamente al plano físico. Pero Fergal me saca unos años y ya entonces sabía mucho más que yo de la vida, aunque ya le voy alcanzando en años y un poquito en sabiduría, y lo de estar en el lugar equivocado tiene más matices. Veinte años después he comenzado mi segunda aventura Erasmus de la mejor manera, visitándole en Dublín y pasando tiempo con él antes de partir a mi curso en Galway. Hemos vuelto a hablar de la vida, de las nuestras y de la de todos y me voy a empezar el curso con un chute de vitaminas y sabiendo que, ahora sí, estoy justamente donde quiero estar.
Sábado 5 de agosto
Llego a Galway para asentarme y conocer la ciudad antes de comenzar mi curso el próximo lunes. El viaje es cómodo, con la línea de autobuses Citylink, y la ciudad muy manejable. Mi residencia, Westwood, está a unos 15 minutos en transporte público del centro y de la escuela. Me dicen en la recepción que hay más estudiantes de Atlantic School, pero que he sido la primera en llegar porque casi todos se incorporan el domingo. Como no quiero desaprovechar ni un segundo me voy al centro en cuanto deshago el equipaje y paseo por Eyre Square y sus alrededores. El ambiente es vibrante, juvenil y alegre. Empiezo a pensar que el domingo tendría que aprovecharlo para hacer alguna excursión y sin darle más vueltas me dirijo a un kiosko de información turística y me dejo aconsejar. No tardo mucho en decidirme: Connemara y Kylemore Abbey.
Domingo 6 de agosto
Lally tours me suena un poco cómico. A lo mejor por eso he contratado el tour con ellos, porque el nombre me hizo sonreír. Y al final le viene bien el nombre, porque ha sido un día de lo más divertido. Connemara está situado a unos 75 km de Galway, en el océano atlántico. Pero no el atlántico normal, aquí es el Wild Atlantic y mi ruta la Wild Atlantic Way, muy salvaje. En esta zona del país se habla gaélico como primer idioma y es costumbre de muchas familias del resto de Irlanda enviar a sus hijos durante el mes de agosto a una inmersión lingüística en irlandés. Imagina un paisaje muy verde y hermoso. Connemara es así, tan verde y hermoso como puedas imaginar.
Antes de llegar a Kylemore Abbey hemos parado en varios pueblecitos y escenarios entre los que destaco el fiordo de Kilary. Toda una sorpresa porque nunca pensé que en Irlanda había fiordos. De hecho, es el único en todo el país.
Kylemore Abbey fue fundada en 1920 por unas monjas benedictinas que huyeron desde Bélgica en la segunda guerra mundial. Esta orden benedictina además, ejerció una labor educativa dirigiendo un internado para niñas al que acudían las hijas de importantes y adineradas familias europeas. El internado ha seguido funcionando hasta el año 2010, cuando tuvo que cerrar por falta de financiación. El impresionante castillo comenzó a construirse en 1867, y durante muchos años, fue lugar de reunión de importantes personalidades políticas y del mundo de la cultura de la ciencia, invitados por sus dueños. La Familia Henry primero, y posteriormente los duques de Manchester.

En el camino de vuelta a Galway una parada en la playa para comprobar de primera mano que el atlántico salvaje no sólo está calmado, sino que además el agua está incluso calentita, y no sé si será por el cambio climático o por el frío que hace fuera.
