
El podómetro en mi móvil dice que esa es la distancia que separa mi casa del supermercado Lidl contando, además, el camino de vuelta. 2250 pasos se me antoja una distancia tan lejana como los kilómetros de longitud de la Gran Muralla (21200) o como los kilómetros que separan mi lugar de trabajo, el IES Pintor Juan Lara, en El Puerto de Santa María, del Liceo Classico Terencio Mamiani, en Roma, el lugar donde llevé a cabo mi movilidad Erasmus+ (2454 km de carretera).
Recorrer esos 2250 pasos, por una avenida desierta, es mi aventura casi diaria. Comprar pan, echándole imaginación, es emular a Orellana en el Amazonas, a Ulises perdido en el Mediterráneo o a Magallanes tratando de encontrar el paso del Atlántico al Pacífico.
No puedes ser sociable, no puedes pararte a saludar, no puedes hacer más largo injustificadamente tu camino. Nada de andar por andar. Adios al wanderlust. 2250 pasos y nada más. Tengo sensaciones que no sé hasta qué punto son reales o son productos de mi imaginación o de la forma en que he construido mi bagage cultural. Calles vacías: Soy leyenda o El ultimo hombre sobre la Tierra
Caminas 2250 pasos casi sin mirar a la gente, sin fijaar tu vista en ese escaso espacio libre que queda en aquellos que visten mascarilla, sin que ellos te devuelvan la mirada:
No mires a los ojos de la gente
Germán Coppini,Golpes Bajos, 1983
Me dan miedo, mienten siempre
No salgas a la calle cuando hay gente
¿Y si no vuelves? ¿Y si te pierdes?
Esa letra de Germán Coppini ha vuelto hoy a mi cabeza, todos caminamos hurtándonos la mirada. Todo es esquivo, el contacto visual también. 2250 pasos de huida hacia adelante, 2250 pasos pensando que aún no te ha alcanzado «eso», pensando en los que han caído, en los que aun tiene que caer, en el tiempo que queda de encierro.
1125 pasos te separan de tu casa cuando estás dentro del supermercado. Has aterrizado en la Luna, nunca antes estuviste tan solo, nunca antes los pocos que te rodean eran más extraños. Y quieres volver, desandar 1125, sumar 2250 pasos, llegar a casa, volver atrás en el tiempo. Retoceder al tiempo en que nos mirábamos, nos tocábamos, nos abrazábamos. Lejos de este marzo mortal. Más allá de los 2250 pasos