EL VIAJE DESDE LA VENTANA (Un viaje interior)

Durante toda la vida, hemos construido nuestro mundo mirando al exterior. Viajamos constantemente a todas partes, siempre curiosos, siempre deseosos de hablar otros idiomas, de conocer otras formas de vida, de ampliar nuestros contactos, de hacer nuevos amigos. Qué sano es todo eso. Cuánto hemos aprendido. Pero ahora nos toca vivir de otra manera. Quedarnos en casa es un nuevo aprendizaje. Uno para el que no nos habíamos preparado, que nunca habíamos imaginado siquiera que tendríamos que abordar. Por un tiempo, viajar no en avión, ni en moto, ni hablando otros idiomas. Viajar mirando desde las ventanas de nuestra casa, sabiendo que no estamos solos. Pienso en el verbo «considerar», que tiene un curioso significado etimológico: «observar con atención». Los antiguos le daban el sentido de «observar las estrellas» (sidus: constelación, estrella) Observaban los astros pensando que esas luces que brillaban en el cielo eran hogueras de otros seres, quizás tan solitarios como ellos mismos se sentían. Considerar era mirar, era esperar, era viajar mentalmente desde la soledad hacia la certeza de que no, no estamos solos. Quiero hoy rescatar ese viejo sentido del verbo «considerar» porque algo muy importante vamos a aprender de todo lo que estamos viviendo en estos días. Días en los que podemos viajar contactando en la distancia con nuestros amigos, nuestras familias, nuestros compañeros, nuestros alumnos. Viajar también desde nuestro interior. Viajar en el silencio del hogar. Viajar en el pensamiento, en la búsqueda de otros cauces de comunicación, viajar en la reflexión. Y volver a nuestro interior al final del día, e ir filtrando toda esta experiencia. Porque después de todo esto, ya no volveremos a ser los mismos, pero yo estoy convencida de que eso será bueno. Seremos mejores: más fuertes, más conscientes, más solidarios, más sabios.

El mundo no se ha detenido, la vida no se detiene. No nos dejemos engañar. El camino sigue hacia adelante, porque no hay otro rumbo en la vida. Seguimos trabajando, seguimos queriendo a los nuestros, seguimos enseñando, aportando, recibiendo. Es solo que, por un tiempo, tenemos que dejar de hacernos fotos en hermosos paisajes, para buscar otra imagen, otra fotografía, que solo podremos hacer abriendo bien los ojos, aprendiendo a mirar desde otro punto de vista. Desde nuestro interior.

Seamos «ventaneros» estos días. Miremos desde nuestras ventanas interiores. Veamos el mundo desde otro punto de vista. Pensemos. Recapacitemos. Recapitulemos. «Consideremos» las luces que vemos en la distancia: los mensajes de amigos que nos dicen «ánimo», las llamadas de los compañeros con los que elaboramos creativamente nuevas formas de trabajar en equipo, las preguntas y las inquietudes de nuestros alumnos y de nuestros hijos. Seamos fuertes en esta distancia, que en realidad no es más que un medio de poder volver a estar cerca, considerándonos los unos a los otros quizás de mejor manera que como lo hemos hecho hasta ahora. Que nadie desaliente ni pierda la esperanza, porque con toda seguridad, de este viaje al interior, vamos a aprender algo muy valioso. ¿En qué consiste? Los días lo irán diciendo. Y, estoy segura, podremos seguir compartiéndolo.

Un comentario

  1. A veces ese viaje interior resulta más difícil que hacer los preparativos, las maletas y salir….
    Aquí es al contrario, es despojarnos poco a poco de todo lo externo para bucear en ese otro yo, profundo, donde no solemos ir y ni siquiera sabemos si nos gustará lo que encontremos ….

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